Tenía ocho años, cuando escuché a Pavarotti por primera vez. A partir de esa época, formó parte de mis referencias musicales. Cuando estaba estudiando en el conservatorio de música, tomé clases de canto y el profesor que venía a mi casa, admirador incondicional del tenor italiano, me contó su experiencia al verlo cantando en la Opera de París. Me quedé muy impresionada e imaginé que algún día, yo también tendría ese placer. Pasaron los años, y estando en Munich, se me presentó la gran oportunidad. Pero claro, yo no tenía dinero para comprar un boleto de entrada. ¿Qué hacer?....El espectáculo se haría en el estadio de fútbol, la única forma de colarse sin pagar era escalar unas vallas de 3 metros, (con unas puntas en sus extremos) y luego, esconderse de los policías que vigilaban la zona. Casi imposible!!!! Sin embargo, para mi aquello era de vida o muerte. Así que junto a un amigo (muy alto) nos fuimos al lugar. Con su ayuda, logré llegar a la parte de arriba de la verja, pero tuve la mala suerte de quedar enganchada en una de las puntas de los extremos. Entonces, tuve que moverme rápidamente hacia adelante porque aquello se me estaba encajando en las costillas. Como consecuencia, al precipitarme hacia adelante, mi blusa de rompió y al caer, me herí las rodillas, además de dislocarme el tobillo derecho. Me levante cojeando, y al llegar a las gradas, lo vi cantando. Sentí una gran emoción y todavía al recordarlo, vuelve a mi el mismo pensamiento: “Gracias”
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