Cartagena de Indias, 28 de septiembre 1973

En lugar de copiar en el cuaderno mi-mamá-me-mima, escribí mi-mamá-me-grita:
!siéntate bien, no hables con la boca llena, baja los hombros, mantén el cuerpo derecho, arregla la cama, escribe los deberes!. Obedéceme, ¿oíste?... mocosa.

Cartagena de Indias, 5 de octubre

Las plantas en el balcón amanecieron de mal humor. La bañera estaba llena de pelos y grumos. Falta jabón para lavar y mi madre no ha regresado de la clínica. La operación no fue sencilla, dentro de su pecho izquierdo había un tumor, una protuberancia inquietante. El cuerpo impone sus propios límites.


Cartagena de Indias, 23 de octubre

La cocina está llena de luz y mientras mirábamos caer el aguacero, mi madre recitó un verso de Laforgue: “J’ai tellement revé, que je en suis plus d’ici”. Vestíbulo adentro muchas voces se pierden y justo debajo de nuestra ventana, una niña canta.


Cartagena de Indias, 18 de noviembre

Beatriz, termina todo lo que hay en el plato, ¿te acuerdas de la niña que vivía con su familia en un árbol? ,-repite mi madre cada mediodía-, ella era inteligente pero no comía mucho. A medida que iban pasando los días fue perdiendo peso hasta quedarse casi transparente. Una noche hubo una tormenta muy fuerte y el viento se la llevó a un sitio de donde no se regresa jamás.


Cartagena de Indias, 15 de noviembre

La casa donde vivíamos antes está cerrada. Nadie la ha ocupado desde que nos fuimos. El jardín desapareció y solo crece maleza. Los vecinos oyen gritos y aseguran haber visto una sombra paseándose día y noche por las habitaciones.

Cartagena de Indias, 28 de noviembre

Sonia era mi mejor amiga, casi siempre estábamos juntas pero la situación ha cambiado. Estamos de vacaciones, por eso iba todos los días a su casa. Me aburren las muñecas, le dije. Ella propuso juegos más interesantes que yo acepté en seguida.


Cartagena de Indias, 18 de diciembre

Antes de dormir, viene mi padre para darme las buenas noches. Mientras acaricia mis cabellos se oye un murmullo: “Beatriz, figlia mia, ragazza triste come me”.



Cartagena de Indias, 23 de diciembre

Estábamos en la hacienda y se oyeron varios disparos, inmediatamente un peón entró a la casa diciendo: “Hubo que matar al cerdo. Se quedó solo y no había manera de aguantarle. Se saltó las vallas matando a todos los gallos. Estaba nervioso. Tenía dos días emitiendo unos gruñidos terribles. Había que acabar con él.”

Roma, 17 de marzo 1974

Hoy es el cumpleaños de mi padre. Lo llamamos pero no estaba en casa. Quisimos salir a tomar un poco de aire y justo en ese momento, sonó el teléfono. Me di media vuelta, atravesé el pasillo lo más rápido que pude, sin embargo no llegué a tiempo para responder. Después de unos minutos volvió a repicar, atendió mi madre y después de colgar comenzó a llorar. Yo no supe que hacer, me quedé mirándola fijamente y en su cara noté un aire de tormenta.


Roma, 19 de marzo

La lluvia era constante y fina. Atravesamos la ciudad y por fin llegamos al colegio. La directora nos estaba esperando y después de unos minutos le entregó un crucifijo a mi madre. Me pareció que la mujer estaba triste. Dejamos la pensión casi a medianoche y a medida que el tren se aleja siento como un trozo de mí se queda en la ciudad-amor.


Cartagena de Indias, 23 de marzo

Nuestra casa estaba llena de polvo y los muebles parecían enmohecidos. La jaula del tucán estaba vacía y el árbol más viejo del jardín lo habían talado. Una vez que dejamos las maletas, mi madre se marchó a la calle. A su regresó tenía los ojos hinchados. Esta noche dormiremos en un hotel, ella trata de tranquilizarse y dice que estará conmigo siempre.


Cartagena de Indias, 25 de marzo

Mi hermano llegó dos días después del entierro. Poco antes de cerrar la fosa, una foto de mi madre cayó dentro. Algo en mi madre se esponjó. Ni un minuto de su existencia será para otro hombre. Contrajo nupcias con la casa, los muebles, libros y vajillas. Una mujer convertida en una caja cerrada, tratando de poner el cuerpo de lado, olvidar su miseria de cuarenta años. Nos hemos quedado sin rostro, tenemos miedo de salir al patio y encontrar el fantasma de mi padre llorando.


Cartagena de Indias, 28 de septiembre 1983

Vivo en una ciudad cruel, capaz de inspirar amores irreconciliables. Mis padres se conocieron aquí, los dos eran extranjeros que buscaban un espacio en el mundo. Ayer encontré varios papeles en una caja. Ahora sé la verdad. Mi padre murió el 23 de marzo a las cuatro de la tarde por herida de cráneo encefálica y cuello, arma de fuego (escopeta) homicidio. Es el momento de empezar otra biografía…

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posted by Patricia Venti at 10:29 |


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