Ha cumplido los 45. No acaba de encontrarse nunca bien. Ve dinosaurios por la calle y animales vivos en el frigorífico. Cuando le vienen las alucinaciones, habla y escribe sin coherencia, aunque no exenta de gusto poético. En otras ocasiones, se muestra más lúcida, pero incluso entonces las voces que escucha le llevan a cometer acciones imprudentes y peligrosas, como por ejemplo, conducir a gran velocidad de noche, vistiendo sólo una bata. A medida que el episodio cede, la señora Dallowy se siente profundamente deprimida, alicaídas sus esperanzas de recuperación. No es raro que tome el coche, encienda el motor y se atormente con la idea del suicidio.