Supongo que todavía juega con muñecas. No tiene motivos para
sufrir pero cada día necesita inventarse nuevas frustraciones, infiernos,
desamores, insomnios. Cada tanto se abre la herida y hurga en ella. Miente,
llora, y desciende a los recuerdos dolorosos. Su vida es una montaña rusa de
emociones encontradas. El daño a los otros solo puede hacerlo a través de las
palabras; Nuria en esto es una experta, sabe donde duele y su dardo siempre da
en la diana, nunca falla. Pobre enferma de sí misma, pero sabe que no hay
vuelta de hoja. A las cinco de la mañana su vida reglada y perfecta juega con
los "te quiero", busca los adioses y los "nunca más". Esta
madrugada mientras oye la misma canción una y otra vez, llora sin que nadie la
vea. No, no hay salida, o tal vez si.