Apreciado señor, pienso en algunas palabras, en algunas
frases mal dichas, mal interpretadas. Hay cierta crueldad más allá del
reproche. Lo cierto es que a veces las palabras hieren, y hieren porque no se
esperan. No, no soy una enferma, no estoy loca, ni soy bipolar. Soy una mujer,
una persona que ha cultivado el intelecto hasta la saciedad y solo me debo a
quienes me aprecian y quieren. No hemos coincidido en el camino, y lo único
cierto, es que cada vez la distancia entre nosotros se hace más y más grande.
La pasión se ha convertido en una trapo viejo y sucio, que me produce rechazo,
no lo quiero, quiero alejarme, tanto que deseo olvidar su nombre, olvidar sus
besos y la esperanza en hallar un amor más grande que el AMOR. El miedo se
apoderó del deseo y lo arruinó todo. Aquí no soy culpable, solo soy una
víctima. Me enfureció tantos mensajes de cancelación, de imposibilidad del
encuentro. Sabemos que siempre buscó excusas para no vernos, porque siempre
hubo razones para postergar, lo impostergable. Sabíamos que podíamos haber
construido un proyecto juntos pero esta vida es solo de los valientes...esta
carta es solo una despedida, sin resentimientos. En el fondo de la copa solo queda
una profunda tristeza. Amen