Créeme, mi vida está fuera de estas
letras, y no soy una enferma, ni tengo ataques de ira, y vivo una vida
tranquila sin los sobresaltos de la juventud. A partir de los 18 años emprendí
una carrera desenfrenada de amores y desamores. Mucho mucho
alcohol, mucha rabia, mucho infierno. Después de cada ruptura venía el espacio
en blanco, la página en blanco.
Para escribir necesitaba alimentarme de mis
miserias, de mi desgracia. Era ESENCIAL sufrir para llenar esas paginas de
poesía.
Todos los amigos, admiradores, amantes alababan al personaje de
L'enfant terrible que representaba, por ello era ESENCIAL que la escritora
antes de los treinta se suicidara. En los ochenta y noventa, era el centro de
todas las fiestas, la muchacha con cara de niña que le hacía gracia a todo el
mundo.
Fueron pasando los años y la muchacha cumplió treinta, su cara aniñada
cambiaba a gran velocidad y ya no le hacía gracia a nadie. Además no era capaz
de suicidarse!!! Entonces, la mujer decidió que abandonar al personaje y convertirse en una mujer sin más, con una vida disciplinada y
reglada hasta el detalle.
Algún día, podremos empezar a conocernos de verdad,
sin urgencias ni citas de moteles, después de haber dejado atrás esta relación
destructiva por ambas partes, que no existe y solo forma parte de una ficción.